Palacio Municipal
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EL ANTIGUO CONVENTO FRANCISCANO

SEDE GUBERNAMENTAL.

El Convento fue el núcleo inicial del poblado virreinal; su mantenimiento era atendido por los propios Franciscanos, que fabricaban ladrillos y tejas…
Como consecuencia de las reformas del Presidente Bernardino Rivadavia, los monjes fueron desalojados y se retiraron del pueblo, por 1821- 1822, salvo el que estaba al frente de la Iglesia.
La Administración del Estado se instaló en sus diversas salas, transformándose en sede para diversas dependencias como el Juzgado de Paz y la Escuela de Primeras Letras, la que permaneció allí hasta principios de 1860 cuando fue trasladada a la casa de Doña María del Corazón Jesús Quiroga Fernández, hija del General Juan Facundo Quiroga.

UN PALACIO MUNICIPAL PARA SAN PEDRO

El edificio del antiguo Convento fue refaccionado por las autoridades locales, pero su estado de conservación aconsejó a los Municipales la consideración de construir en su lugar, un edificio adecuado que sirviese para Sede Municipal.
Con la designación del primer Intendente Municipal Don Máximo Millán, éste impulsó la decisión; en tal sentido envió al Honorable Concejo Deliberante en el año 1888 “un croquis del plan del edificio municipal que se proyectaba construir”, confeccionado por el Ingeniero Arquitecto Municipal Sr. J. Nordman.
El 12 de noviembre de 1888, con la presencia de los Mayores Contribuyentes, se trató y aprobó la obra y su presupuesto, incluyéndose la instalación de un reloj en la torre del edificio, con un cuadrante de un metro y medio de diámetro.
El nuevo Palacio Municipal, de elegante y clásico estilo quedó habilitado al uso público en el año 1892; fue construido en el predio que ocupó el antiguo Convento el que fue derruido, no quedando para la posteridad ningún testimonio histórico de aquel edificio fundacional de tan notable valor para la Comunidad.
Durante el período 1900 a 1905, se desempeñó a cargo del Municipio el Comisionado Eduardo Gonzáles Bonorino, impulsando iniciativas progresistas que cambiaron el aspecto del pueblo. Hizo remodelar el edificio, concluyendo el Salón Dorado, ámbito destinado a los grandes acontecimientos de la Comunidad.
Atendiendo la presentación interior del Palacio, se adquirieron alfombras y cortinados en la tienda “San Miguel” de Elías Romero y Cía en la Ciudad de Buenos Aires. Además se construyeron las veredas del sector S.O. y N.E., el piso de la galería, patio y cuadra de la Comisaría de Policía, que estaba ubicada en el mismo edificio.
Ingresamos por la puerta principal y desde allí admiramos los detalles de la construcción, con sus bóvedas superiores coronando los antiguos muros.

EL SALÓN DORADO

En la parte central del edificio, encontramos el Salón Dorado cuyas luminarias de bronce antiguo son las originales de principios del Siglo XX; apliques, pinturas murales y frescos en la bóveda del techo decoran el ambiente, donde se encuentra instalado el estrado del Honorable Concejo Deliberante que allí celebra sus públicas sesiones.
Un importante espejo de cristal con marco dorado traído de Francia, adorna la pared que da al Sud, a un costado del mismo está ubicado un antiguo piano de cola adecuadamente mantenido, el que se utiliza en los conciertos que frecuentemente se brindan en el Salón.
El despacho del Sr. Intendente Municipal y las diversas dependencias de la Administración, ocupan los distintos ambiente del Palacio, vinculado por galerías cerradas, en cuyos muros lucen fotografías del San Pedro de otros tiempos.
Un jardín lateral y otro central dotado con una bella fuente, aportan color y luz al conjunto arquitectónico. Una escalera de mármol de Carrera lleva al sector de la azotea y a la elevada torre, en la que el antiguo reloj marca las horas de la tranquila ciudad, mientras los mástiles ubicados en la cúspide sostienen las banderas que el viento acaricia día y noche…

EL GENERAL SAN MARTÍN

VISITANTE ILUSTRE DE SAN PEDRO

Una placa evoca al antiguo Convento y nos cuenta el episodio histórico de la llegada al mismo del General Don José de San Martín en 1813 en su paso hacia San Lorenzo, cuando con los ciento veinte granaderos a su mando, un el 3 de febrero de 1813 dieron bautismo de fuego a las armas de la Patria.
Aquellos Franciscanos de origen español, escucharon con frialdad las ideas del joven militar que daría libertad a medio Continente, consolidando nuestra Independencia.

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